lunes, 30 de septiembre de 2013

La libertad tiene más valor que el amor.

Si el amor destruye la libertad, no vale la pena. Puedes renunciar al amor, hay que salvar la libertad; la libertad tiene más valor. Sin libertad nunca serás feliz, es imposible.

La libertad es el deseo intrínseco de todo hombre, de
toda mujer: libertad completa, libertad absoluta. Por eso uno empieza a odiar todo lo que destruye su libertad.


Osho

¿Cómo puedes dominar a la persona a la que amas?

Una persona madura tiene integridad para estar sola. Y cuando una persona madura da amor, lo da sin estar atado por ningún hilo; simplemente lo da. Cuando una persona madura da amor, está agradecido de que lo aceptes, pero no viceversa.

No espera que se lo agradezcas en absoluto, ni siquiera necesita tu agradecimiento. Te da las gracias por aceptar su amor. Y cuando dos personas maduras se enamoran, ocurre
una de las mayores paradojas de la vida, uno de los fenómenos más hermosos: están juntos pero enormemente solos. Están tan juntos como si fuesen uno, pero su unidad no destruye su individualidad, sino que, de hecho, la refuerza, se vuelven más individuales. Dos personas maduras enamoradas se ayudan el uno al otro a ser más libres. No están involucrados en política, diplomacia o en el esfuerzo de dominar.

¿Cómo puedes dominar a la persona a la que amas? Piénsalo un poco... la dominación es una especie de odio, rabia, enemistad. ¿Cómo puedes pensar en dominar a la persona a la que amas? Te encantaría que esa persona fuese completamente libre, independiente; le darás más individualidad. Por eso digo que es la mayor paradoja: están tan juntos que casi son una persona, pero en esa unidad siguen siendo individuos.

Su individualidad no ha desaparecido, sino que se refuerza. En lo que a su libertad se refiere, el otro les ha enriquecido.
La gente inmadura que se enamora destruye la libertad del otro, crea una esclavitud, una prisión. Las personas maduras enamoradas se ayudan la una a la otra a ser libres, se ayudan a destruir todo tipo de ataduras. Y cuando el amor fluye con libertad, hay belleza. Cuando el amor fluye con dependencia, hay fealdad.

Ten en cuenta que la libertad es un valor más elevado que el amor.


Osho

Cuando dependes del otro siempre hay infelicidad

¿Cómo puede ser el amor una necesidad? El amor es un lujo.
El amor es abundancia. El amor es tener tanta vida que no sabes qué hacer con ella, y por eso la compartes. Es tener tantas canciones en tu corazón que necesitas cantarlas, sin importar que alguien las esté escuchando o no. Tendrás que seguir cantando tu canción y bailando tu baile aunque no te escuche nadie. El otro puede recibirlo o perdérselo, pero en lo que a ti respecta, estás emanándolo, estás rebosante.

Los ríos no fluyen para ti; aunque tú no estés, seguirán fluyendo. No fluyen porque tienes sed, no fluyen porque tus campos están sedientos; simplemente fluyen. Puedes saciar tu sed o puedes perdértelo; eso depende de ti. El río no estaba fluyendo para ti, simplemente estaba fluyendo. Casualmente, puedes aprovechar el agua para regar tus campos; casualmente, puedes obtener agua para lo que necesites.

Cuando dependes del otro siempre hay infelicidad. En cuanto
dependes, empiezas a sentirte desgraciado, porque la dependencia es una esclavitud. Entonces, empiezas a vengarte de forma sutil, porque la persona de la que dependes empieza a tener poder sobre ti. A nadie le gusta estar bajo el poder de otra persona, a nadie le gusta depender, porque la dependencia mata la libertad. Y el amor no puede florecer en la dependencia, el amor es una flor de libertad: necesita espacio, necesita espacio absoluto. El otro no puede interferir. El amor es muy delicado.


Osho

Cuando el ser humano empieza a amar en lugar de necesitar, ha madurado

Cuando nace un niño, depende de la madre. El amor hacia su madre es un «amor deficiencia», necesita a la madre, no puede sobrevivir sin ella. Ama a su madre porque su madre es su vida. En realidad, no está enamorado, amará a cualquier mujer, a cualquiera que le proteja, a quien le ayude a sobrevivir, a quien satisfaga su necesidad. La madre es una especie de alimento que necesita tomar.

De su madre no sólo recibe leche, sino también amor; y el amor también es una necesidad. Hay millones de personas que siguen siendo infantiles toda su vida, nunca crecen. Crecen en edad pero su mente no crece; su psicología es infantil, inmadura. Siempre están necesitadas de amor, lo anhelan como si fuese su alimento.

Cuando el ser humano empieza a amar en lugar de necesitar, ha madurado. Empieza a rebosar, empieza a compartir; empieza a dar. El énfasis es totalmente distinto. Con el primero se hace énfasis en cómo conseguir más. Con el segundo el énfasis está en cómo dar, cómo dar más y cómo dar incondicionalmente. Esto es crecimiento madurez. Una persona madura da. Sólo puede dar una persona madura porque es la única que tiene algo para dar. Ese amor no es dependiente. Puedes amar aunque el otro sea o no sea.

Entonces, el amor no es una relación, es un estado.


Osho

El amor… Dependencia, Independencia, Interdependencia.

El AMOR puede tener tres dimensiones. Una de ellas es la
dependencia, esto es lo que le sucede a la mayor parte de la gente. El marido depende de la mujer, la mujer depende del marido, se aprovechan el uno del otro, se dominan el uno al otro, se poseen el uno al otro, reducen al otro a una mercancía.

En el noventa y nueve por ciento de los casos, esto es lo que sucede en el mundo. Por eso, aunque el amor puede abrir las puertas del paraíso, sin embargo, sólo abre las puertas del infierno.

La segunda posibilidad es el amor entre dos personas independientes. Esto ocurre de vez en cuando, pero también produce infelicidad porque hay un conflicto constante. No existe ningún arreglo posible; ambos son muy independientes y ninguno está dispuesto a ceder, a amoldarse al otro.

Es imposible vivir con personas como los poetas, los artistas, los pensadores, los científicos, y todos aquellos que viven, al menos en sus mentes, en una especie de independencia; se trata de personas demasiado excéntricas para convivir con ellas. Le conceden libertad al otro, pero esa libertad se parece más a la indiferencia que a la libertad, porque da la impresión de que el otro no les importa, no les interesa. Se dejan espacio el uno al otro. La relación sólo es superficial; tienen miedo de profundizar en el otro, porque están más aferrados a su libertad que al amor y no quieren hacer concesiones.

La tercera posibilidad es la interdependencia. Eso ocurre en raras ocasiones, pero siempre que ocurre, una parte del paraíso cae sobre la Tierra. Dos personas, ni independientes ni dependientes, sino en una enorme sincronicidad, como si respiraran el uno para el otro, un espíritu en dos cuerpos; cuando sucede esto, ha sucedido el amor. Sólo se puede llamar amor a esto. Las otras dos posibilidades no son amor realmente, son sólo acuerdos sociales, psicológicos, biológicos, pero siguen siendo acuerdos. La tercera posibilidad es espiritual.


Osho 

sábado, 28 de septiembre de 2013

Un poco de musica... Vivir mi vida! :)

Si vives totalmente en el presente, no tienes por qué preocuparte del futuro.

Una infancia vivida correctamente te conduce a una juventud correcta, madura, suelta, enérgica, viva, un océano salvaje de energía.
Una juventud vivida correctamente te conduce a una vida cómoda, tranquila y apacible. Una vida tranquila y apacible te conduce a la investigación religiosa. ¿Qué es la vida? No es suficiente con vivir, hay que introducirse dentro de este misterio. Una vida tranquila y apacible te conduce a tener momentos de meditación. La meditación te conduce a
renunciar a todo lo inútil, a todos los desperdicios, a toda la basura. Toda la vida se vuelve una basura; sólo queda una cosa, eternamente valiosa, que es tu conciencia.


Osho

¿qué significa estar listo para morir?

 Estar listo para morir significa morirte celebrando. Morir con alegría, felicidad, estar dispuesto a morir, darle la bienvenida, eso es estar listo. Dios te ha dado una oportunidad de aprender, y lo has aprendido. Ahora te gustaría descansar. Te gustaría ir a tu casa definitiva. Has pasado aquí una temporada. Has vagado por una tierra desconocida, has vivido con extraños, has amado a desconocidos y has aprendido mucho. Ahora ha llegado el momento: el príncipe debe volver a su reino.


Osho

Siempre que tienes ambición, necesitas tiempo.

Y para mí, la persona religiosa es aquella que no necesita tiempo. Es libre aquí y ahora, alcanza el Brahman aquí y ahora, es libre, está iluminado, aquí y ahora.

Un hombre religioso no necesita tiempo porque la religión sucede en un momento intemporal. Sucede ahora, siempre sucede ahora; nunca ha sido de otro modo. Nunca ha sucedido de una forma diferente.


Osho

LA MADUREZ DE ESPÍRITU ES TOCAR TU CIELO INTERIOR.

Cuando te estableces en tu cielo interior, encuentras tu casa, y surge una gran madurez en todos tus actos, en tu comportamiento. Entonces, todo lo que haces tiene gracia. Todo lo que haces es poético. Vives poéticamente, tu caminar es como un baile, tu silencio se convierte en música.

Madurez significa que has llegado a casa. Ya no eres un niño que tiene que crecer, has crecido. Has llegado al máximo de tu potencial. Por primera vez, en un extraño sentido dejas de ser, y eres. Ya no eres tus viejas ideas, tus fantasías, tu vieja comprensión de ti mismo, todo eso se ha ido por el desagüe. Ahora, surge en ti algo nuevo, absolutamente nuevo y virgen, que transforma toda tu vida en alegría. Te has vuelto un extraño para el mundo de la infelicidad, ya no provocas infelicidad en ti mismo o en los demás. Vives tu vida con total libertad, sin tener en cuenta lo que digan los demás.

Las personas que siempre están teniendo en cuenta a los demás y sus opiniones son inmaduras. Dependen de las opiniones de los demás.
No pueden hacer nada con totalidad, con honestidad, no pueden decir lo que quieren decir, dicen lo que los demás quieren oír. Vuestros políticos dicen lo que vosotros queréis oír. Os prometen lo que queréis. Saben perfectamente que no podrán cumplir esas promesas, ni tienen intención de cumplirlas.

Pero si dijeran exactamente, verdaderamente cuál es la situación, y os dejaran claro que muchas de las cosas que estáis pidiendo son imposibles, no se pueden conseguir, entonces, tendríais que echarlos. No vais a elegir a un político que sea sincero.
Es un mundo muy extraño. Parece un hospital psiquiátrico. Si dentro de este hospital psiquiátrico te das cuenta y te haces consciente de tu ser interno, estás bendecido.


Osho

La madurez no tiene nada que ver con tus experiencias vitales. Tiene que ver con tu viaje interior, con tus experiencias interiores.

Cuanto más profundiza en sí misma una persona, más madura es. Cuando alcanza el centro de su ser es totalmente madura. Pero, entonces, desaparece la persona y sólo queda la presencia. El ser desaparece y sólo queda el silencio. Desaparece el conocimiento y sólo queda la inocencia.
Para mí, madurez es otra forma de decir realización: has llegado a satisfacer todo tu potencial, se vuelve real. La semilla ha realizado un largo viaje y ha florecido.

La madurez tiene una fragancia. Le da una enorme belleza al
individuo. Le da inteligencia, la inteligencia más penetrante. Lo convierte en amor. Sus actos son amor, su ausencia de actos es amor; su vida es amor, su muerte es amor, Es una flor de amor.

En Occidente, las definiciones de madurez son muy infantiles. En Occidente, madurez significa que ya no eres inocente, que has madurado a través de las experiencias de la vida, que no te pueden engañar fácilmente, que no pueden abusar de ti, que dentro de ti tienes algo parecido a una roca firme, una protección, una seguridad. Esta definición es muy simple, muy mundana. Sí, en el mundo encontrarás a personas maduras de este tipo. Pero mi manera de entender la madurez es completamente distinta, es diametralmente opuesta a esta definición.  La madurez no te volverá como una piedra; te hará vulnerable, delicado, sencillo...

Recuerdo que... Un ladrón entró en la choza de un místico. Era una noche de luna llena y había entrado ahí por equivocación, por que, ¿qué puedes encontrar en la casa de un místico? El ladrón estaba rebuscando y se sorprendió de no encontrar nada cuando, de repente, vio cómo se le acercaba un hombre con una vela en la mano. El hombre le preguntó:
— ¿Qué estás buscando a oscuras? ¿Por qué no me has despertado?
Estaba durmiendo en la entrada, si lo llego a saber te habría enseñado toda la casa. —Era tan simple y tan inocente que no podía concebir que hubiese ladrones.
Frente a tanta sencillez e inocencia, el ladrón dijo:
—Quizá no sepas que soy un ladrón.
—No tiene importancia —dijo el místico—, todo el mundo tiene que ser alguien. La cuestión es que llevo treinta años en esta casa y todavía no he encontrado nada, ¡vamos a buscar juntos! Y si encontramos algo, lo repartiremos. Yo no he encontrado nada en esta casa, está vacía.
—El ladrón estaba un poco asustado, ¡este hombre es un poco raro!
O está loco o... ¿quién sabe qué le ocurre? Quería salir corriendo, además, traía cosas de otras dos casas que había dejado fuera de la casa.

El místico sólo tenía una manta —es lo único que tenía—, y por las noches hacía frío, por eso le dijo al ladrón:
—No te vayas así, no me insultes de esa forma; si no, nunca podré perdonarme que un día llegó un pobre a mí casa en mitad de la noche y se tuvo que ir con las manos vacías. Llévate esta manta. Te vendrá bien, afuera hace mucho frío. Yo estoy en la casa, aquí dentro hace más calor.
Le echó la manta por encima al ladrón. El ladrón estaba a punto de volverse loco.
— ¿Qué estás haciendo? ¡Soy un ladrón!
El místico dijo:
—Eso no importa, tu profesión es tu profesión. Sólo tienes que
hacerlo bien, te doy mi bendición. Hazlo a la perfección, no dejes que te atrapen, si no, te meterás en líos.
El ladrón dijo:
—Eres un tipo raro. Estás desnudo, no tienes nada...
El místico dijo:
—No te preocupes, ¡me voy contigo! Sólo me estaba quedando en esta casa por la manta, aparte de eso no tengo nada, y ahora te la he dado a ti. Me voy contigo, ¡podemos vivir juntos! Y parece que tú tienes muchas cosas, es una buena alianza. Yo te he dado todo lo que tenía, tú me puedes dar algo y será suficiente.

El ladrón no podía creerlo. Quería huir de este lugar y de este hombre.
—No —le dijo—, no puedes venir conmigo. Tengo una mujer, tengo hijos. Y ¿qué dirán mis vecinos si me llevo a mi casa a un hombre desnudo?
El místico dijo:
—De acuerdo, no te dejaré quedar en ridículo. Te puedes marchar, yo me quedaré en esta casa. —Y cuando se estaba yendo, el místico le gritó—: ¡Oye, vuelve aquí! —El ladrón nunca había oído una voz tan fuerte, era como un cuchillo. Tuvo que regresar. El místico dijo—: Tienes que aprender algunos modales. Te he dado la manta y ni siquiera me has dado las gracias. En primer lugar, dame las gracias, te va a ser útil durante mucho tiempo. Y en segundo lugar, cuando salgas... has abierto la puerta al entrar, ¡ciérrala! ¿No te das cuenta de que hace mucho frío, te he dado la manta y estoy desnudo? No me importa que seas un ladrón, pero en lo que a modales se refiere, soy un hombre muy estricto. No tolero esa clase de comportamiento. ¡Da las gracias!
El ladrón tuvo que decir:
—Gracias, señor —cerró la puerta y se fue corriendo. ¡No podía creer lo que le había sucedido! Esa noche no pudo dormir. No podía olvidarlo…  nunca había oído una voz tan fuerte, tan poderosa. ¡Y ese hombre no tenía nada!

Al día siguiente preguntó por él y descubrió que era un gran maestro.
Lo que había hecho no estaba bien, ir a casa de ese pobre hombre que no tenía nada, qué vergüenza. Pero era un gran maestro.
El ladrón dijo:
—Yo también me puedo dar cuenta de eso, es un hombre muy raro.
En mi vida me he encontrado con gente de todo tipo, desde los más pobres hasta los más ricos, pero nunca..., sólo recordarlo me produce escalofríos. Cuando me llamó no pude salir corriendo. Estaba libre, podría haber cogido todas las cosas y salir corriendo, pero no pude. Había algo en su voz que me lo impidió.

Al cabo de unos meses, capturaron al ladrón y el magistrado le
preguntó:
— ¿Puedes nombrar a alguien que te conozca en esta vecindad?
El ladrón dijo:
—Sí, hay una persona que me conoce —y mencionó al maestro.
El magistrado dijo:
—Eso es suficiente, llamad al maestro. Su testimonio vale más que el de mil personas. Lo que diga de ti será suficiente para emitir sentencia.
El magistrado le preguntó al maestro:
— ¿Conoces a este hombre?
— ¿Si le conozco? — contestó —, ¡somos socios! Es mi amigo, incluso vino a visitarme un día en mitad de la noche. Hacía tanto frío que le di mi manta. La está usando, lo podéis ver. Esa manta es famosa en todo el país; todo el mundo sabe que es mía.
El magistrado dijo:
— ¿Es amigo tuyo?, y ¿roba?
El maestro dijo:
—¡Nunca! No sería capaz de robar. Es un caballero y cuando le di la
manta me dijo: «Gracias, señor.» Cuando salió de la casa cerró la puerta con cuidado. Es muy educado, es un buen hombre.
El magistrado dijo:
—Si tú lo dices, esto anulará el testimonio de todos los testigos que
han dicho que este hombre es un ladrón. Eres libre. —El místico salió y el ladrón le siguió.
El místico dijo:
— ¿Qué estás haciendo? ¿Por qué me sigues?
—Ahora ya no te puedo abandonar —le contestó—, has dicho que
soy tu amigo, has dicho incluso que soy tu socio. Nunca me han tratado con respeto. Eres la primera persona que me llama caballero, buena persona. Me sentaré a tus pies y aprenderé a ser como tú. ¿De dónde has sacado esa madurez, ese poder, esa fuerza... esa forma completamente distinta de ver las cosas?

El místico dijo:
— ¿Sabes lo mal que lo pasé aquella noche? Tú te habías ido, y hacía
tanto frío que no podía dormir sin manta. Estaba sentado en la ventana viendo la luna llena, y escribí un poema: «Si fuese lo bastante rico le habría dado esta luna perfecta a ese pobre hombre que vino de noche a buscar algo a casa de un pobre. Si fuese lo bastante rico le habría dado la luna, pero yo también soy pobre.» Te enseñaré el poema, sígueme. Esa noche lloré, porque los ladrones deberían aprender algunas cosas. Al menos, cuando van a casa de un hombre como yo, deberían informar con un día o dos de antelación para que pudiésemos apañar alguna cosa, y no se tuviesen que ir con las manos vacías. Y menos mal que te acordaste de mí en el juicio; esos tipos son peligrosos y te podían haber maltratado.
Aquella noche ofrecí irme contigo y ser socios, pero tú lo rechazaste. ¡
Ahora, quieres venir conmigo! No pasa nada, puedes venir; compartiré contigo todo lo que tengo. Pero no es algo material, es invisible.

El ladrón dijo:
—Puedo sentirlo, es invisible. Pero me has salvado la vida, y mi vida ahora es tuya. Haz con ella lo que quieras, yo la he estado malgastando.
Cuando te veo, cuando te miro a los ojos, veo una cosa clara: que tú me puedes transformar. Estoy enamorado de ti desde aquella noche.

La madurez, para mí, es un fenómeno espiritual.


Osho

Cuando llega la infelicidad le das la bienvenida, cuando llega la felicidad le das la bienvenida, sabiendo que son compañeros del mismo juego.

Uno se siente a gusto con este ritmo, con los dos extremos. Cuando llega la infelicidad le das la bienvenida, cuando llega la felicidad le das la bienvenida, sabiendo que son compañeros del mismo juego. Esto es algo que debemos recordar constantemente. Si se convierte en un recuerdo fundamental, tu vida tendrá un sabor completamente nuevo, el sabor de la libertad, el sabor del no aferrarse, el sabor del no apego. Venga lo que venga, permanecerás inalterado, en silencio, aceptándolo.

La persona que es capaz de permanecer inalterable, en silencio, aceptando el dolor, la frustración y el sufrimiento, transforma la cualidad misma del sufrimiento. Para esta persona el sufrimiento también se vuelve un tesoro; incluso el dolor le da claridad. Para él, incluso la oscuridad tiene belleza, profundidad, es infinita. Para él, la muerte no es el final sino el
principio de algo desconocido.


Osho

La madurez es conciencia. El envejecimiento sólo es desgaste.

LA CUESTIÓN FUNDAMENTAL QUE DEBÉIS RECORDAR es que la vida es dialéctica. Existe gracias a la dualidad, es un movimiento entre opuestos. No puedes ser feliz para siempre, de lo contrario, la felicidad dejaría de tener sentido. No puedes estar en armonía para siempre, de lo contrario, no serías consciente de la armonía. A la armonía le tiene que suceder la discordia una y otra vez, y a la felicidad le tiene que suceder la infelicidad.  Cada placer tiene su dolor, y cada dolor tiene su placer.

A menos que entendamos la dualidad de la existencia, seguiremos viviendo en una infelicidad innecesaria.

Acepta la totalidad, con sus agonías y éxtasis. No anheles lo
imposible; no desees que sólo haya éxtasis y no haya agonía. El éxtasis no puede existir solo, necesita su contrario. Cuando la agonía se convierte en una pizarra, el éxtasis destaca por su claridad, del mismo modo que en la oscuridad de la noche son tan brillantes las estrellas. Cuanto más oscura es la noche, más brillan las estrellas. Durante el día no desaparecen, simplemente son invisibles; no las puedes ver porque no hay contraste.

Imagínate una vida sin muerte; sería un sufrimiento insoportable, una existencia insoportable. Es imposible vivir sin morir, la muerte define a la vida, le da un tipo de intensidad. Como la vida es fugaz, cada momento se vuelve precioso. Si la vida fuese eterna, entonces, ¿qué más daría? Podrías esperar hasta mañana toda la vida, entonces, ¿quién viviría aquí y ahora? El hecho de que mañana vas a morir te obliga a vivir aquí y ahora. Tienes que sumergirte en el presente, tienes que ir hasta el fondo, porque, ¿quién sabe?, quizá el momento siguiente no llegue nunca.


Osho

La vida es sufrimiento y placer.

Ésta es la contradicción de la mente; la mente quiere ser cada vez más feliz; si eres consciente es posible ser feliz. La mente, además, quiere sufrir cada vez menos, pero esto sólo es posible si eres inconsciente.

Estás en un dilema. Si no quieres dolor, automáticamente desaparece el placer de tu vida, desaparece la felicidad. Si quieres felicidad, abres el grifo y automáticamente empieza a fluir también el sufrimiento. Si eres consciente, tienes que ser consciente de ambas cosas.

La vida es sufrimiento y placer. La vida es felicidad e infelicidad. La vida es día y noche, la vida es vida y muerte. Tienes que ser consciente de ambas.


Osho

miércoles, 25 de septiembre de 2013

Una persona madura nunca vuelve a cometer el mismo error.

MADURAR Y ENVEJECER

Hay una gran diferencia entre madurar y envejecer, una enorme
diferencia, y la gente siempre se equivoca. Creen que envejecer es
madurar, pero el envejecimiento pertenece al cuerpo. Todo el mundo
envejece, todo el mundo se vuelve viejo, pero no necesariamente
maduro. La madurez es un crecimiento interior. El envejecimiento no es algo que tú haces, sino algo que sucede físicamente. Con el tiempo, cada niño que nace se hará viejo. La madurez es algo que tú aportas a la vida, surge de la conciencia. Cuando una persona envejece de una forma plenamente consciente, se vuelve madura. Envejecimiento más
conciencia, experiencia más conciencia, es madurez.

Hay dos maneras de experimentar una cosa. Puedes experimentarlo
como si estuvieses hipnotizado, inconsciente, sin prestar atención a lo que está sucediendo; sucede algo pero tú no estás ahí. No sucede en tu
presencia, estás ausente. Has pasado de largo, no te ha tocado. No te ha
dejado huella, no has aprendido nada de ello. Se puede haber convertido en parte de tu memoria porque, de algún modo, estabas presente, pero no se ha vuelto parte de tu sabiduría. No has crecido a consecuencia de esta experiencia. Entonces, estás envejeciendo. Pero si le añades a una experiencia la virtud de la conciencia, la misma experiencia se convertirá en madurez.

Son las dos maneras de vivir: la primera, vivir en un sueño profundo,
envejecer, hacerse viejo, ir muriendo poco a poco, y nada más. Toda tu
vida consiste en una dilatada muerte lenta. Pero si añades conciencia a
tus experiencias —a todo lo que hagas, a todo lo que te suceda—, estarás alerta, despierto, atento; estarás saboreando la experiencia por los cuatro costados, estarás intentando comprender su significado, estarás intentado llegar hasta el fondo de lo que te ha sucedido, estarás intentando vivirlo intensa y totalmente; entonces, no es un fenómeno meramente superficial. En el fondo de tu ser hay algo que está cambiando con esta experiencia. Te estás volviendo más atento. Si la experiencia es un error, ya no volverás a cometer el mismo error.

Una persona madura nunca vuelve a cometer el mismo error. Pero si
sólo es un viejo volverá a cometer los mismos errores una y otra vez. Vive en un círculo y no aprende nada. Hoy estás enfadado, ayer estabas
enfadado y anteayer también, mañana estarás enfadado y pasado
mañana también. Te enfadas una y otra vez, te arrepientes una y otra
vez, y una y otra vez tomas la decisión de no volver a hacerlo. Pero esa
decisión no cambia nada, en cuanto te molestan estalla la ira, estás
poseído; vuelves a cometer el mismo error. Te estás haciendo viejo.

Si vives una sola vez una experiencia de enfado con totalidad, nunca
te volverás a enfadar. Bastará una sola vez para enseñarte que es
ridículo, que es absurdo, que simplemente es estúpido; esto no significa
que sea un pecado, sino que es estúpido. Te estás haciendo daño a ti
mismo y a los demás para nada. No vale la pena. Entonces, estarás
madurando. Mañana se puede repetir la situación pero no se repetirá el
enfado. Y, la persona que está madurando no decide que no se va a
volver a enfadar, no, eso indica que la persona no está madurando. Un
hombre maduro nunca decide el futuro; la propia madurez se ocupa de
ello. Vives el presente, y la vida misma decidirá cómo será el mañana;
será consecuencia de ella.


Osho

«¿Quién es digno de entrar en el reino de Dios?

Jesús dice: «A menos que vuelvas a nacer, no entrarás en el reino de
Dios.» Tiene razón, tienes que volver a nacer.

Un día, Jesús estaba en la calle y alguien le preguntó: «¿Quién es
digno de entrar en el reino de Dios?» Miró a su alrededor. Había un rabino que debía de pensar que era uno de los elegidos, porque dio un paso al frente, pero no fue escogido. Estaba también el hombre más virtuoso de la ciudad, el moralista, el puritano. Se adelantó un poco, esperando ser escogido, pero no lo fue.  Jesús miró a su alrededor, se fijó en un niño pequeño que no esperaba ser escogido, y ni siquiera se había movido un centímetro. No se le había ocurrido, no había pensado que podría ser escogido. Estaba disfrutando de esta escena... la multitud, Jesús y toda la gente hablando, y él escuchándoles. Jesús le llamó, lo levantó en brazos y le dijo a la multitud: «Sólo los que son como este niño son dignos de entrar en el reino de Dios.»

Pero tened en cuenta que dijo: «... los que son como este niño...».
No dijo: «Los niños.» Hay una gran diferencia entre las dos cosas. No
dijo: «Este niño entrará en el reino de Dios», porque todo los niños están destinados a ser corrompidos, a ir por mal camino. Cada Adán y cada Eva tendrán que ser, inevitablemente, expulsados del Edén, deberán ir por el mal camino. Ésta es la única manera de recobrar la verdadera juventud: antes tienes que perderla. Es extraño, pero así es la vida. Es muy paradójico, pero la vida es una paradoja. Para conocer la verdadera belleza de tu juventud, primero tienes que perderla, si no, nunca la conocerás.

El pez no sabe dónde está el océano, a menos que lo saques del
agua y lo eches sobre la arena, bajo un sol abrasador; entonces, sabrá
dónde está el océano. Entonces anhela estar en el agua, y hace cualquier esfuerzo por volver a ella, salta al océano. Es el mismo pez, sin embargo, no es el mismo. Es el mismo océano, sin embargo, no es el mismo.  Porque el pez ha aprendido una nueva lección. Ahora es consciente, sabe que: «Éste es el océano y ésta es mi vida. Sin él no existo, formo parte de él.»

Todos los niños tienen que perder la inocencia para volver a
recuperarla. Perderla sólo es una parte del proceso; hay muchas personas que la han perdido pero pocas la han recuperado. Es una desgracia, una gran desgracia. Todo el mundo pierde la inocencia, pero sólo de vez en cuando aparece un Buda, un Zaratustra, un Krishna o un Jesús que la recuperan. Jesús no es nada más que Adán volviendo a casa. Magdalena no es nada más que Eva volviendo a casa. Han salido del mar y han visto la infelicidad y la estupidez. Se han dado cuenta de que estar fuera del agua es una desgracia.

En cuanto tomas conciencia de que formar parte de cualquier
sociedad, religión o cultura significa seguir siendo desgraciado, seguir estando preso, en ese momento empiezas a cortar tus cadenas. La madurez está llegando, estás recobrando tu inocencia.


Osho

el amor no surge en la cabeza sino en el corazón.

MADUREZ

Significa lo mismo que inocencia, pero con una diferencia:
es recuperar la inocencia, es volver a recordar. Todos los niños son inocentes al nacer, pero las sociedades los corrompen. Todas las sociedades, hasta ahora, han corrompido a los niños. Todas las culturas se basan en aprovecharse de la inocencia del niño, en explotar al niño, hacerle esclavo, condicionarle para sus propios propósitos, para sus propios fines: políticos, sociales, ideológicos. Todo su esfuerzo consiste en reclutar niños como esclavos para algún propósito. Los intereses creados deciden esos propósitos. Los sacerdotes y los políticos están llevando a cabo una profunda conspiración; trabajan juntos.

En cuanto el niño empieza a formar parte de la sociedad, comienza a perder algo enormemente valioso, comienza a perder el contacto con Dios. Cada vez está más obsesionado con la cabeza y se olvida del corazón, y el corazón es el puente que te conduce a tu ser. Sin el corazón no podrás alcanzar tu ser, es imposible. Desde la cabeza hasta el ser no hay un camino directo; tienes que pasar por el corazón, y todas las
 sociedades son destructivas para el corazón. Van contra el amor, contra los sentimientos; tachan a los sentimientos de sentimentalismo. Desde el principio de los tiempos, han censurado a los amantes por el simple hecho de que el amor no surge en la cabeza sino en el corazón. La persona que
 es capaz de amar, antes o después llegará a descubrir su ser, y cuando alguien ha descubierto su ser se libera de las estructuras, de los moldes.  Se libera de todas las ataduras. Es libertad pura.

Todos los niños son inocentes al nacer, pero la sociedad los educa.  Por eso existen los colegios, las escuelas, las universidades; su función es destruirte, corromperte.

Madurez significa recuperar de nuevo tu inocencia, reclamar tu paraíso, volverte de nuevo un niño. Por supuesto, hay una diferencia, un niño corriente está destinado a ser corrompido, pero cuando recuperas tu infancia de nuevo, te vuelves incorruptible. Nadie te puede corromper, eres lo bastante inteligente; ahora ya sabes lo que te ha hecho la sociedad, estás atento y alerta y no vas a permitir que suceda otra vez.

La madurez es volver a nacer, es un nacimiento espiritual. Vuelves a nacer, vuelves a ser un niño. Empiezas a ver la existencia con nuevos ojos. Te diriges a la vida con amor en el corazón. Vas hasta el fondo de tu ser con silencio e inocencia. Ya no eres sólo la cabeza. Usas la cabeza, pero ahora es tu sierva. Primero vas al corazón, y después trasciendes incluso el corazón


Osho

No has sido inteligente contigo mismo.

Empieza a meditar, y empezarán a surgir dentro de ti diferentes cosas: silencio, serenidad, éxtasis, sensibilidad. Y lo que surja en la meditación, debes intentar incorporarlo en tu vida. Compártelo, porque lo que se comparte crece más deprisa. Y cuando llegues al momento de la muerte, sabrás que la muerte no existe. Puedes decir adiós, pero sin que haya lágrimas y tristeza, puede haber lágrimas de alegría pero no de tristeza.

Pero tienes que empezar por ser inocente.
Primero, deshazte de toda la porquería que estás acarreando, ¡y todo el mundo acarrea tanta porquería! Uno se pregunta, ¿por qué? Sólo porque te han dicho que son grandes ideales, principios... No has sido inteligente contigo mismo. Sé inteligente contigo mismo.

La vida es muy sencilla, es un baile divertido. Toda la Tierra puede estar llena de baile y de felicidad, pero hay personas que tienen mucho interés y ponen un gran empeño en que la gente no disfrute la vida, en que nadie sonría, en que nadie ría, en que la vida es un pecado, un castigo. ¿Cómo vas a disfrutar la vida si vives en un clima donde siempre te han dicho que es un castigo, que estás sufriendo porque no has hecho bien las cosas, una especie de cárcel donde te han encerrado para sufrir?

Yo digo que la vida no es una cárcel, no es un castigo. Es una recompensa, y sólo los que se lo han ganado la reciben, los que se lo merecen. Ahora, estás en tu derecho de disfrutar; si no disfrutas será pecado. No embellecer la existencia, dejarla tal y como la encontraste, es ir contra la existencia. No, déjala un poco más feliz, un poco más bella, un poco más fragante.

Escucha a tu ser. Te está dando pistas constantemente;
es una diminuta y sutil voz.
 No te grita, es cierto.
Si estás en silencio empezarás a sentir cómo eres.
Sé la persona que eres. No intentes ser otra persona distinta y te convertirás
en una persona madura.
La madurez es aceptar la responsabilidad
de ser uno mismo, cueste lo que cueste.
Arriesgar todo con tal de ser uno mismo, en eso consiste
la madurez.


Osho

Sólo puedes compartir lo que tienes, no puedes compartir lo que no tienes.

  "Si eres infeliz, no podrás ayudar a los demás, sólo podrás contaminar su vida con tu desdicha. Si estás en la más profunda oscuridad, no podrás ayudar a nadie porque acabarás ensombreciendo la vida de los demás. Si apestas, no podrás compartir tu fragancia con los demás.  ¿Qué fragancia?  No hay ninguna fragancia.  ¡Simplemente apestas!  Y sólo puedes compartir lo que tienes.
   
  Si estás enfadado, compartirás tu enfado; si eres ambicioso, compartirás tu ambición; si eres lujurioso, compartirás tu lujuria. Sólo puedes compartir lo que tienes, no puedes compartir lo que no tienes.  Este es un principio fundamental que no hay que olvidar; de manera que el primer paso es la meditación, y el segundo, la compasión.

     Primero ayúdate a ti mismo. Yo os enseño a ser absolutamente egoístas porque, según he podido concluir por mi experiencia,  si eres realmente egoísta, del verdadero egoísmo surge el altruismo; sólo puede surgir de esto. Es la única manera. Una persona realmente egoísta es aquella que trata de ser dichosa en todo momento, de estar en paz.  No le interesa nada, ni la pobreza en el mundo, ni la gente enferma, ni los ancianos, ni todo lo demás;  sólo le interesa una cosa, su interés se focaliza en un objetivo.  Y se adentra en su interior como una flecha para descubrir ese punto inmutable donde la vida atraviesa un cambio radical.


     Cuando alcanzas ese punto, el resto es sencillo: la compasión, el servicio a los demás, ayudar.  Ahora tienes la posibilidad de ayudarles. Y será una alegría poder compartirlo. No te sentirás orgulloso por estar ayudando a nadie, no te sentirás mejor persona que los demás, simplemente estarás celebrándolo. Tu compasión impedirá que reaparezca el ego.  Ese ego ya no está, ha muerto. Murió con tu meditación y ahora ya no puede regresar. Y un hombre que no tiene ego puede ser de gran ayuda. Por otro lado, todas las personas humanitarias, los misioneros y las personas que están al servicio de la humanidad son dañinas. Son los que más daño han hecho al mundo.  ¡Ten cuidado! ".

Osho, Vivir peligrosamente en tiempos extraordinarios
http://osho-maestro.blogspot.com/

sábado, 21 de septiembre de 2013

Haz que todo sea creativo, saca lo mejor de lo peor, a esto es a lo que yo llamo arte de vivir.

 Si una persona vive su vida haciendo de cada momento y cada etapa algo bello, con amor, con alegría, naturalmente su muerte será la cima absoluta de todo el esfuerzo de su vida. Serán los últimos retoques... su muerte no será horrible como le sucede normalmente a todo el mundo.

Si la muerte es horrible, significa que tu vida ha sido una pérdida de
tiempo. La muerte debería ser una aceptación pacífica, una entrada
amorosa en lo desconocido, una alegre despedida de los viejos amigos, del viejo mundo. No debería ser trágica.

Lin Chi, un maestro zen, estaba muriendo. Miles de discípulos se
habían reunido para escuchar su último sermón, sin embargo, Lin Chi
yacía feliz, sonriente, pero no dijo ni una palabra.

Al ver que iba a morir y todavía no había dicho ni una palabra,
alguien le recordó a Lin Chi... se trataba de un viejo amigo, maestro por
derecho propio... No era discípulo de Lin Chi, por eso le pudo decir:
—Lin Chi, ¿te has olvidado de decir tus últimas palabras? Siempre
dije que tenías buena memoria. Estás a punto de morir... ¿te has
olvidado?
Lin Chi dijo:
—Escucha. —En el tejado había dos ardillas corriendo y alborotando y
dijo—: ¡Qué bonito!

Durante un instante, cuando dijo: «Escucha», hubo un silencio
absoluto. Todo el mundo creía que iba a decir algo importante, pero sólo se oyó pelear a las dos ardillas que estaban corriendo y alborotando en el tejado... Y sonrió y murió. Pero había comunicado su último mensaje: no inventes cosas pequeñas o grandes, triviales o importantes. Todo es importante. En ese momento, la muerte de Lin Chi era tan importante como las dos ardillas corriendo sobre el tejado, no había ninguna diferencia. En la existencia todo es igual.  Era su filosofía, su enseñanza: no hay nada que sea grande, ni nada que sea pequeño; depende de ti, en lo que tú lo conviertas.


Osho

Transforma en celebración las cosas sin importancia.

La verdadera celebración debería brotar de tu vida, en tu vida.
La verdadera celebración no se puede regir por el calendario: el
primero de noviembre tienes que celebrar. Es curioso, estás sufriendo
durante todo el año y, de repente, ¿el primero de noviembre dejas de sufrir y te pones a bailar? O era falso el sufrimiento o es falso el primero de noviembre, pero ambos no pueden ser verdad. Y cuando pasa el primero de noviembre vuelves a tu agujero, todo el mundo vuelve a ser desdichado, todo el mundo vuelve a sus preocupaciones.

La vida debería ser una celebración constante, un festival de fuegos
artificiales durante todo el año. Sólo entonces podrás crecer, podrás
florecer.

Transforma en celebración las cosas sin importancia.
En Japón, por ejemplo, celebran la ceremonia del té. En todos los
monasterios zen y en la casa de cualquier persona que se lo pueda
permitir existe un pequeño templo para tomar el té. El té ya no es algo
ordinario y profano, lo han transformado en una celebración. El templo
para tomar el té se construye de una determinada manera: dentro de un hermoso jardín, con un bonito estanque; cisnes en el estanque y flores alrededor. Los invitados llegan y tienen que dejar sus zapatos fuera; esto es un templo. Y cuando entras en el templo no puedes hablar; tienes que dejar atrás tu mente, tus pensamientos y tus palabras, junto a los zapatos. Te sientas en postura de meditación y la anfitriona, la mujer que te está preparando el té, tiene unos movimientos tan delicados que parece que estuviera bailando, dando vueltas y preparando el té, colocando las tazas y los platos delante de ti como si fueses un dios. Con un gran respeto... ella se inclinará, y tú debes recibir el té con el mismo respeto.

El té se prepara en un samovar especial que emite bellos sonidos,
tiene su propia música. Todo el mundo debe detenerse primero a escuchar la música del té, esto forma parte de la ceremonia del té. Todo el mundo está en silencio, escuchando... fuera, en el jardín, pían los pájaros y el samovar.., el té crea su propia música.. Estás rodeado de paz...  Cuando el té está listo se vierte en cada taza, y no se debe beber
como se hace en cualquier parte. Primero debes oler el aroma del té.
Debes beber un sorbo como si viniese del más allá, tómate tu tiempo, no hay prisa. Quizá alguien empiece a tocar la flauta o la cítara. Es un hecho cotidiano, sólo es té, sin embargo lo han convertido en una hermosa fiesta religiosa. Todo el mundo sale de ahí renovado, descansado, sintiéndose más joven, sintiéndose más animado.

Y si se puede hacer con el té, se puede hacer con todo: con la ropa,
con la comida. La gente vive adormilada; de lo contrario, cualquier tela,
cualquier ropa tiene su propia belleza y nos da una determinada sensación. Si eres sensible, la ropa no servirá sólo para cubrir tu cuerpo, sino que será algo que exprese tu individualidad, algo que exprese tu gusto, tu cultura, tu ser. Todo lo que hagas debería ser una expresión de ti, y debería llevar tu firma.

De esta forma, la vida se convierte en una celebración constante.
Aunque estés enfermo y tumbado en la cama, convertirás estos momentos en la cama en momentos de belleza y alegría, en momentos de relajación y descanso, en momentos de meditación, en momentos para escuchar música o poesía. No deberías estar triste porque estés enfermo.

Deberías alegrarte de que todo el resto de la gente esté en la oficina y tú
estés en la cama como un rey, relajándote... alguien te está preparando
un té, el samovar está cantando una canción, un amigo se ha ofrecido
para venir a tocar la flauta para ti...

Estas cosas son más importantes que ninguna medicina. Si estás
enfermo, llama a un médico. Pero es más importante que llames a las
personas que te quieren, porque no hay mejor medicina que el amor.
Llama a la gente que puede crear belleza, música y poesía a tu alrededor, porque no hay nada tan sanador como un espíritu de celebración.


Osho

El convertirse en algo es la enfermedad del espíritu. El ser eres tú...Descubrir tu ser es el inicio de la vida.

El segundo principio es la peregrinación. La vida debe ser una búsqueda, no un deseo sino una búsqueda; no la ambición de convertirse en esto o aquello, en el presidente o el primer ministro de un país, sino una búsqueda para descubrir «¿Quién soy yo?»

Es muy extraño que la gente que no sabe quién es esté intentando
convertirse en alguien. ¡Ni siquiera saben quiénes son ahora mismo! No conocen su ser... pero tienen como meta el convertirse en alguien.
El convertirse en algo es la enfermedad del espíritu.  El ser eres tú.

Descubrir tu ser es el inicio de la vida. Después, cada momento es un
nuevo descubrimiento, cada momento te da una nueva alegría. Un nuevo misterio abre sus puertas, un nuevo amor empieza a nacer dentro de ti, una nueva compasión que nunca habías sentido antes, una nueva sensibilidad hacia la belleza, hacia la bondad. Te vuelves tan sensible que incluso la menor brizna de hierba cobra, para ti, una importancia enorme.

Tu sensibilidad te permite darte cuenta de que, para la existencia, esa
pequeña brizna de hierba es tan importante como la estrella más grande; sin esa brizna de hierba la existencia no sería lo que es. Esa pequeña brizna es única, irreemplazable, tiene su propia individualidad.  Y toda esta sensibilidad te proporcionará nuevas amistades, amistad con los árboles, con los pájaros, con los animales, las montañas, los ríos, los mares, las estrellas. La vida se va enriqueciendo a medida que aumenta el amor, a medida que aumenta la amistad.

En la vida de san Francisco hay un hermoso suceso. Se estaba muriendo, y siempre había viajado de un sitio a otro en un burro, compartiendo sus experiencias. Los discípulos se reunieron para escuchar sus últimas palabras. Las últimas palabras de un hombre son siempre las más importantes que ha pronunciado, porque contienen la experiencia de toda una vida.

Pero los discípulos no podían creer lo que estaban oyendo...
San Francisco no se dirigía a sus discípulos sino a su burro.
«Hermano —dijo—, tengo una deuda enorme contigo. Me has estado
llevando de un sitio a otro sin quejarte nunca, sin refunfuñar. Lo único que quiero, antes de dejar este mundo, es que me perdones; no he sido
humano contigo.» Éstas fueron las últimas palabras de san Francisco.
Tenía una enorme sensibilidad para decirle eso a un burro, «hermano
burro...», y pedir que le perdonara.

Cuando te vas volviendo más sensible, la vida se vuelve más grande.
Ya no es un estanque, se vuelve oceánica. No se limita a ti, tu mujer y tus hijos, no está limitada. Toda la existencia se vuelve tu familia, y hasta que toda la existencia se vuelva tu familia no conocerás lo que es la vida, porque nadie es una isla, todos estamos conectados.
Somos un vasto continente, unido de millones de maneras.
Si nuestros corazones no están llenos de amor por la totalidad, nuestra vida estará truncada en la misma proporción.


Osho

La meditación

La meditación no es más que un curioso método de cirugía que te separa de todo lo que no es tuyo y sólo conserva lo que es tu auténtico ser. Quema todo lo demás y te deja desnudo, solo bajo el sol, bajo el viento.

Como si fueses el primer hombre sobre la Tierra: sin saber nada, teniendo que descubrir todo, teniendo que ser un buscador, teniendo que salir en peregrinación.


Osho

La ignorancia y la inocencia son dos cosas parecidas, pero no son lo mismo...

La ignorancia también es un estado de no saber, igual que la inocencia, pero hay una gran diferencia que ha sido ignorada por toda la humanidad hasta ahora. La inocencia no es muy erudita, pero tampoco quiere serlo. Está absolutamente contenta, satisfecha.

Un niño no tiene ambiciones, no tiene deseos. Está tan absorto en el momento... un pájaro que vuela le llama totalmente la atención; basta con una mariposa de bellos colores para que se quede encantado; el arco iris en el cielo.., y será incapaz de concebir que haya algo más importante o espléndido que este arco iris. Y la noche llena de estrellas, estrellas y más estrellas...

La inocencia es abundante, está colmada, es pura.
La ignorancia es pobre, es un mendigo; quiere esto, quiere aquello, quiere ser culta, quiere ser respetable, quiere ser rica, quiere ser poderosa. La ignorancia discurre por el camino del deseo. La inocencia es un estado de ausencia de deseos. Pero al ser dos estados que carecen de conocimientos, su naturaleza nos resulta confusa. Damos por hecho que son lo mismo.

El primer paso en el arte de vivir deberá ser entender la diferencia entre ignorancia e inocencia. Debemos apoyar la inocencia, protegerla; porque el niño lleva consigo el mayor tesoro, el tesoro que los sabios han encontrado después de arduos esfuerzos. Los sabios dicen que se convierten de nuevo en niños, vuelven a nacer. En India el auténtico brahmin, el verdadero conocedor, se llama a sí mismo dwij, nacido dos veces. ¿Por qué nacido dos veces? ¿Qué ocurrió con el primer nacimiento?  ¿Qué necesidad hay de un segundo nacimiento? ¿Qué conseguirá con un segundo nacimiento?

En el segundo nacimiento logrará algo que ya podía obtener en el primero, pero que la sociedad, los padres y la gente que le rodeaba, aplastó, destruyó. Los niños se atiborran de conocimientos. De alguna forma, hay que desbancar su sencillez porque la sencillez no le va a ayudar en este mundo competitivo. Su sencillez puede parecer simplicidad a los ojos del mundo; se aprovecharán de su inocencia de todas las formas posibles. Tenemos miedo de la sociedad, tenemos miedo del mundo que hemos creado; queremos que los niños sean inteligentes, astutos, cultos, para que estén en la categoría de los poderosos, y no en la de los oprimidos e impotentes.

Si la vida de un niño empieza a tomar una dirección equivocada, seguirá dirigiéndose en esa dirección, su vida tomará esa dirección. 

Cuando comprendes que has perdido tu oportunidad en la vida, el primer principio que debes recordar es la inocencia.    

Abandona tu cultura, olvida tus escrituras, olvida tus religiones, tus teologías, tus filosofías.  Vuelve a nacer, vuélvete inocente y volverá a estar en tus manos. Limpia tu mente de todo lo que tú no conoces, de todo lo prestado, de todo lo que proviene de la tradición, de los convencionalismos. Todo lo que has recibido de los demás: padres, profesores, universidades; deshazte de todo eso. Vuelve a ser sencillo, vuelve a ser un niño. Y este milagro es posible a través de la meditación.


Osho