martes, 6 de mayo de 2014

Cómo puedes amar sin odiar?

Si fuera posible un mundo sin ira, yo no lo elegiría, porque la compasión sin ira no tendría vida. El opuesto es lo que aporta la tensión, el opuesto es lo que proporciona el carácter.

Cuando el hierro pasa por el fuego se convierte en acero; sin fuego no puede convertirse en acero. Y cuanto más elevada sea la temperatura, mayor será el temple, la fuerza del acero. Si tu compasión puede pasar por el fuego de la ira, cuanto más elevada sea la temperatura de la ira, mayor será el temple y la fuerza de la compasión.

Buda es compasivo. Es un guerrero. Proviene de la casta kshatriya, es un samurai. Debió de llevar una vida llena de ira; y, de repente, llegó la compasión. El maestro jainista Mahavira pertenecía a la casta de los kshatriyas. Parece absurdo, pero si se analiza tiene cierta lógica: todos los grandes maestros de la no violencia provenían de razas guerreras. Hablan de la no violencia, de la compasión; han vivido la violencia, saben lo que es, la han experimentado. Solo un kshatriya, un guerrero que haya vivido en medio del fuego, tiene esa gran compasión o la posibilidad de que esta surja.

Así que recuerda: si los extremos están luchando dentro de tu corazón, no elijas. Permite que ambos estén ahí. Sé una gran casa, ten suficiente espacio para ambos. No digas: “Solo sentiré compasión, no ira; solo sentiré amor, no odio”. Te empobrecerás. Ten un gran corazón, deja que ambas cosas estén ahí. No hace falta crear un enfrentamiento entre ellas; no hay lucha.

La lucha surge de la mente, de las enseñanzas, de la educación, de tu condicionamiento. El mundo no hace más que decirte: “Ama, no odies”. ¿Cómo puedes amar sin odiar? Jesús dice: “Ama a tus enemigos”. Pero yo te digo: “También odia a tus amantes”. De ese modo se convierte en un todo completo. De lo contrario el mandamiento de Jesús está incompleto. Él dice: “Ama a tus enemigos”. Tú odias únicamente a tus enemigos, y Él te dice que también deberías amarlos. Pero falta la otra parte. Yo te digo: odia también a tus amigos; odia también a tus amantes, y no tengas miedo.

Así, poco a poco verás que no hay diferencia entre amigo y enemigo porque amas y odias a tu enemigo y amas y odias a tu amigo. Será simplemente una cuestión de qué cara de la moneda ves. Entonces el amigo es enemigo y el enemigo es amigo. Cuando ocurre eso desaparecen las distinciones. No crees una lucha interior, permite que existan las dos. Ambas serán necesarias. Ambas te darán alas; solo entonces podrás volar.

Osho

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