miércoles, 14 de mayo de 2014

Mendigar es algo muy triste.

Aunque consigas algo mendigando, seguirás estando triste. Es algo que hiere. Hiere tu orgullo, hiere tu integridad. En cambio, compartir te hace estar más centrado, más integrado, más orgulloso; pero no más egoísta, simplemente orgulloso de que la existencia haya sido compasiva contigo.

No se trata del ego; es un fenómeno completamente distinto, un reconocimiento de que la existencia te ha permitido algo que millones de personas están intentando hacer, pero ante una puerta equivocada. Tú estás en la puerta correcta.

Estás orgulloso de tu dicha y de todo lo que la existencia te ha dado. Desaparece el miedo, desaparece la oscuridad, desaparece el dolor, desaparece el deseo del otro. Puedes amar a una persona, y si esa persona ama a otra, no sentirás celos, porque tu amor nacía de una gran dicha. No era apego, no estabas manteniendo a la otra persona en una prisión. No te preocupaba que la otra persona se te escapara de las manos, de que otra persona pudiera iniciar una relación amorosa con ella.

Cuando estás compartiendo tu alegría, no creas una prisión para nadie. Simplemente das. Ni siquiera esperas la gratitud o el agradecimiento de nadie porque no estás dando para conseguir algo, ni siquiera gratitud. Estás dando porque estás tan lleno que tienes que dar. 

Osho

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