miércoles, 14 de mayo de 2014

Tú no conoces tu soledad.

No has experimentado tu soledad y su belleza; su gran potencia, su fuerza. En los diccionarios aislamiento y soledad son sinónimos, pero la existencia no obedece a los diccionarios. Y todavía no hay nadie que haya intentado hacer un diccionario existencial que no contradiga a la existencia.

El aislamiento es una ausencia, porque eres consciente de tu soledad. Tienes miedo. Te sientes aislado, por eso quieres apegarte a algo, a alguien, a alguna relación, simplemente aferrarte a la ilusión de que no estás aislado. Pero sabes que lo estás, de ahí el sufrimiento.

Por otro lado, te estás apegando a algo que no es real, que no es más que una solución temporal; una relación, una amistad. Sin embargo, mientras vives esa relación te creas una breve ilusión y olvidas tu aislamiento. Pero ese es el problema: a pesar de que puedes olvidar por un momento tu soledad, de repente, justo al momento siguiente eres consciente de que la relación o la amistad no es permanente.

Ayer no conocías a ese hombre o a esa mujer, erais extraños. Hoy sois amigos; mañana, ¿quién sabe? Puede que mañana volváis a ser extraños; de ahí el sufrimiento. La ilusión te proporciona cierto consuelo, pero no puede crear la realidad que haga desaparecer el miedo. Reprime el miedo, de modo que en la superficie te sientes bien; al menos, intentas sentirte bien.

Finges sentirte bien contigo mismo; qué relación tan maravillosa, qué maravilloso es ese hombre o esa mujer. Pero detrás de la ilusión -—y la ilusión es tan fina que puedes ver lo que hay detrás— hay dolor en tu corazón, porque el corazón sabe perfectamente que puede que mañana las cosas no sean iguales, y no lo serán. Toda tu experiencia vital confirma que las cosas no hacen más que cambiar. Nada es permanente; no puedes apegarte a nada en un mundo cambiante.

Querías hacer de la amistad algo permanente, pero tu deseo va en contra de la ley del cambio, y esa ley no va a hacer excepciones. Simplemente sigue su curso. Cambiará, todo cambiará. Quizá a la larga, llegue un día en el que entiendas que el hecho de que la existencia no te escuchara, de que no te hiciera caso y siguiera a su manera, y no actuara de acuerdo con tu deseo, fue positivo.

Osho 

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